lunes, 26 de abril de 2010

El Poder del Bigote

Un pequeño homenaje al vello facial que, para bien o para mal, ha cambiado el rumbo de la historia.



NO SUBESTIMES EL PODER DEL BIGOTE

Se ha dicho que la magnificencia de un hombre reside en su bondad, en su inteligencia, en su valentía, en su fuerza. Todo ello muy cierto, pero habría que agregar "...y en su bigote". Se dirá que esta sentencia es drástica, pero un hombre sin bigote es sólo un hombre más.

Nadie debe aventurarse a creer que la función del mostacho es sólo decorativa y estética; ese es un discurso que los lampiños de rostro han intentado difundir y al parecer les ha dado resultado en las últimas décadas. Pero tanto ellos como nosotros nos vemos perturbados al notar que el bigote ha sido un elemento casi homogéneo en grandes personajes de la historia.

Habría que creer, por ejemplo, que si Napoleón hubiese usado un bigote, Waterloo habría tenido otro final. Y se observa que el único conquistador con más exito que él, ha sido el temible Gengis Khan, que a fin de cuentas lucía un discreto pero memorable bigote.
Claro que, por otro lado, un gran general como Custer, fue vencido en Little Big Horn por Caballo Loco, un indio sin el menor rastro de vello facial. Pero, siendo realistas, una batalla de 600 soldados contra 6000 indios no se gana ni con el más grande bigote de todos los tiempos.

Fueron otros dos hombres, los visionarios que contemplaron el poder del bigote como algo trascendente para el curso de una guerra: Hitler y Stalin. Ambos poseedores de grandes naciones y que, por azares del destino, se enfrentaron en su debido momento. La razon de la victoria de la URSS sobre Alemania, más que deberse al apoyo de USA e Inglaterra en batalla, creemos nosotros que radica en la dimensión del bigote predominante de Stalin, que era bastante más tupido que el que llevaba Hitler. Lo que sorprende es que Hideki Tojo, aliado bigotudo de Hitler, no haya tenido una participación más brillante en la Segunda Guerra Mundial; se sospecha que el poder de su bigote pasaba desapercibido, ya que el otro aliado de Hitler, Benito Mussolini, no solo no tenía bigote, sino que, además, era calvo, mientras que Roosevelt y Churchill tenían por lo menos algo de cabello. Así, después de todo, no nos sorprende la victoria de los Aliados sobre el Eje.

(Continuará...)