viernes, 22 de agosto de 2008

Oh, yo (parte 1)


No debiamos haber contado el secreto a nuestros padres; por algo aun era la adolescencia la que nos colmaba carne y huesos, y espiritu (si es que lo teniamos). Hubiese sido mas prudente aun reservarnos todo, como un grupo que solo con sangre sella el compromiso y el mutuo acuerdo de discresion absoluta.Por eso, y solo por eso, no lo culpabamos. Como alma pura e inocente que era, no debiamos pretender que guardase tal mancha en su excelente expediente de vida, pese a que el mayor perjuicio se daria a nosotros, las ovejas negras de la familia; ¡que dijo ovejas!, lobos nos llamaban ellos.
Y nos miraban, arrinconados, momento propicio para que soltasen burlas, o regaños, segun prefiriesen. Pero mas bien renegaban para ellos mismos, haciendo signos de reprobacion con la cabeza, y ese era un castigo mas duro aún, pero ¿acaso ellos lo sabian? No, ellos no sabían nada, su mundo que vagaba entre numeros ya sean los escarchados o los verdes, nunca hubiesen sabido que podiamos percibir que el aroma en el aire no era reprobacion, sino decepcion. Entonces llegaba la sensacion de culpa, que bien sabiamos pasaria en un par de horas, pero aun asi era tan amargo que acudiamos a nuestro instinto gregario para repartir el dolor entre todos.
Muy infeliz hubiese optado por la parametrada vida que la secundaria escolar me proponia, y que traeria consigo, loas por parte de cualquier mente adulta, en su afan de excavar lo mas profundo en lo incierto del futuro. Pero no. Mi parte humana, o lo poco que quedaba de ella tras la convivencia con tan repugnantes mentes azotadas por lo absurdo de la sociedad, no me permitia desechar aquel amor (o mas bien pasión) por lo absurdo, mal llamado abstracto; sensaciones en las que feliz me hubiese ensimismado, pero siempre me topaba con la cruda realidad, o quimérica definicion de realidad que intentaban darme los menos dotados de sesos.
Poco o nada me importaba la insistencia, terquedad o derivados, que procuraban corromper mi mente, y transformar mis bien arraigados principios de vida, y afanes filosoficos, mas teoricos que llevados a la practica. Quizas eso era lo mas criticable y cuestionable que mi particular forma de vida traia consigo, ademas de los aquejos del dios verde, que mis padres nunca cuestionaban, como si cuerpo y alma dependiera del delicado papel este, que en mis manos no hubiese durado mucho, pues el lema que siempre les decia "las cosas vanales le dan sentido a la vida" era una de las pocas profecias que si ponia en practica, y vaya que lo hacia.
Solia mirar por encima del hombro a los demas personajes, aquejados y simplones, producto de una formacion dirigida a la mediocridad mental, la cual en tiempos pasados envidiaba, por lo sencillo que se veia, pero cuando me imaginaba como un personaje cuyo criterio habia sido reducido a nada, sacudia la cabeza con gran fuerza, y sonreia como pocas veces lo hacia, agradeciendo a quien sabe que o quien, por tener la prominente capacidad de raciocinio
existencial de la cual me jactaba, claro que en voz baja, para no levantar sospechas.
No es que yo contemplase el cielo horas de horas, y encontrase en dicho vacio una excusa de vida; todo lo contrario, encontraba en lo gris del cielo citadino, la genialidad del hombre como ser pensante, pero a la vez lo ridiculo de su planeamiento, cuyas metas ¿quien sabia?, cuya razon de ser ¿quien se planteaba?, cuya magia que los condenaba como absolutos soberanos de su medio (o al menos de eso presumian) ¿quien pronfundizaba?
Eramos entonces peor que animales, aun limitados por comportamientos condicionados, pero sin ser concientes de ello, mirandonos como monarcas del infinito, y hasta más. Creyendo en falacias, que para conveniencia propia, habian transformado en verdades absolutas e incuestionables. ¿y aun asi valia la pena vivir? Si, lo valia. Para soltar las debidas carcajadas, y mofarnos de su redundancia en los problemas. Podriamos haber procurado un cambio, pero a largo plazo el
resultado seria el mismo, porque nadie nos entendia; o al menos eso nos gustaba creer, para mantenernos como mentes pensantes pero inactivas.¿Y ellos qué eran? Idiotas, y por voluntad propia, asi que este adjetivo les quedaba chico. Mas el sentimiento era mutuo; ellos tambien nos tildaban de carentes de intelecto, basados en un sistema numerico, seguramente, o algo parecido; al fin y al cabo, su vida era por los numeros y para los numeros.

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