jueves, 3 de diciembre de 2009

Música de fondo

Cuando caes al suelo ya empiezas a creer que las cosas están un poco mal. Luego no puedes moverte y la respiración se hace dificultosa. Te estremeces, empiezas a sudar, y los poros se te cierran. Los ojos no se abren más y listo, te das cuenta de lo que sucede: estás en el tránsito a tu pronta muerte.
No es como todos te lo habían dicho. No vislumbras toda tu vida ante tus ojos. Conste que estás haciendo el esfuerzo de recordar infancia y juventud, pero no sucede nada. Todo lo contrario: pareciese que los recuerdos huyen de ti, que te estás quedando sin pasado y toda tu vida se remonta al fatal presente, donde estás muriendo. Y he allí, eso si era verdad, un negro profundo lo invade todo. Entonces empieza a sonar esa, tu canción favorita, la de toda la vida. Te lamentas que ya no la pasen tanto en la radio, porque las modas sólo hacen eso: dejar pasar las cosas y llevarse lo mejor de ti. Allí intentas hacer un último esfuerzo por recodar tu vida posterior, volver al momento en que escuchaste por primera vez tu canción, pero notas que ya no hay nada que hacer, ya no hay pasado alguno e igualmente, no hay futuro; ni paramédicos, ni el azar te sacarán de esta situación.
El sonido de tu canción favorita, apenas e interrumpido por los gritos del amor de tu vida, que grita tu nombre y golpea tu pecho. Te alegra saber que aun sientes dolor allí, donde ella te está golpeando. No le pedirías que se detuviera, aun así pudieses, ya que sabes que es la última vez que la sentirás tocarte. Tu canción cada vez se hace mas fuerte, los gritos de tu amada van desapareciendo poco a poco, ya no sientes sus golpes en tu pecho y el negro profundo que todo lo invade se hace más intenso. Sólo en ese instante te das cuenta que eso es la muerte: un negro infinito alrededor tuyo, acompañado de tu canción favorita como música de fondo, que se repetirá una y otra vez en tu mente, y nada más. Todo eso no suena tan mal. Podrías soportarlo toda una vida…