viernes, 8 de enero de 2010

Día y el desayuno ideal

Y aún existe la gente que se cepilla los dientes antes de tomar desayuno. Manía detestable y hasta exagerada. Moviendo el dentífrico de arriba para abajo con las cerdas puntiagudas, removiendo destrezas de la noche anterior. Pero, salvación, hay gente que no tiene estas costumbres que a mi no me tocan criticar, mas me es inevitable lanzar mi mirada severa que, me han dicho, parece de juez.
Yo sólo bajo, sin tanta ceremonia, y me siento a la mesa que ya está servida. El patrón se repite y aquello no me intriga ni me molesta. No me abalanzo sobre la comida, aunque la prisa que llevo sería una excusa pertinente. Contemplo los manjares, diseño un orden diferente para engullirlos y procedo con la delicadeza de un comensal aristocrático. El pan tostado no puede ir antes que el jugo de naranja, pues se echaría a perder en una boca con intenso sabor al potente cítrico; he allí una simbología del orden a seguir. Habrá que pensarse varias veces.
El zumo a la boca, la garganta desciende, asciende y se siente una aspereza similar a la de una próxima gripe. Y ahora el pan tostado, que casi y salta del plato, espera el turno. Con una garganta que parece enfermar, comerse el pan tostado sin moderación alguna, significaría uno de esos dolores que no he de permitirme. La única salvación posible e inmediata es una siempre confiable taza de café. Hay aquellos que disfrutan al ver la harina sumergida en el café hirviente, para que los dientes la desmenucen con total displicencia. Yo, ciertamente, no gozo de ello tanto como otros, pero agrado por hacerlo no me falta. Así, el pan tostado se zambulle en las brasas humeantes del líquido, y luego van directamente a la boca. La saliva amortigua el calor excesivo del bocado y lo dirige al hoyo de la garganta. Menudo ritual; y pensar que hay gente que lo hace sin la menor dedicación, como si el desayuno fuera un abrir y cerrar de boca y los alimentos debiesen ser metidos en este orificio como a un automóvil se le echa combustible.
Ahora si puedo decir que los dientes esperan su limpieza y que esa es otra faena que he de reflexionar.