lunes, 1 de febrero de 2010

Botón...

El botón verde sirve para contestar y el rojo para colgar. Todo eso está muy claro, hace nueve años, hace una semana, hace una hora. Pero puede suceder que en el segundo exacto en que todo esto debería estar más claro que nunca, los nervios nos traicionan. Puede suceder, y así ha sucedido.
Debo decir que he estado esperando esa llamada por unos tres días, sin que mi mente se aparte de pensar en apretar el botón verde en cuanto fuese oportuno. Y cuando el momento hubo llegado, la mano tembló y se fue por el lado que no debía.
Lo sucedido ha sido como un encuentro con el lado cómico de la vida. “La vida es loca, pero dulce” se ha escrito. Yo diría más bien que la vida es loca y en nuestra estupidez la percibimos dulce de a momentos. Y lo dulce lo pone ella, con sus sonrisas, con sus bromas y con sus llamadas. Con sus llamadas sobre todo, en especial esa que no he contestado y que podría hacer que todo se encamine por donde no debe.
Puedo decir que a las tres de la madrugada cualquier persona tiene sus sentidos un poco enturbiados, así que no sería un asunto incomprensible que mi mente haya sufrido un lapsus memoriae y por alguna razón mi dedo fue a parar al botón menos preciso, aquel que te ha cortado la voz, cuando seguramente estabas a punto de mandar un saludo.
Nada mejor que un botón para terminar con el momento romántico que ha sido tan esperado en secreto. Rojo….